Hace un mes, China anunció la apertura de sus sistema económico y financiero, con la puesta en marcha oficial de la nueva zona de libre comercio de Shangai. Se trata de una zona bajo el convenio de Kioto, en el cual se establece que en una zona de libre comercio se puede depositar, manejar, fabricar, reconfigurar y volver a exportar productos sin intervención de las aduanas locales.

Los bancos extranjeros pueden abrir filiales controladas completamente por ellos dentro de los límites de la zona franca, al igual que las operadoras de telecomunicaciones, mientras que los mercados internacionales de materias primas, como la Bolsa de Metales de Londres, pueden tener allí sus propios almacenes.

Además, una semana después se anunció la creación de una plataforma de ecommerce que permite que los consumidores chinos puedan comprar marcas extranjeras a un mejor precio. Esta plataforma aprovecha las ventajas de la zona de libre comercio para ofrecer productos de calidad a precios mejores que incluso los ofrecidos por tiendas occidentales. Los vendedores que los introduzcan mediante la web deben estar registrados ante las autoridades aduaneras para garantizar la calidad y fomentar las transparencias.

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Con este movimiento se intenta fomentar que las marcas extranjeras vendan sus productos online y creen sus propios negocios en China.

Y es que, gracias a la zona de libre comercio las empresas pueden establecer un almacén de aduanas que les permite reducir el pago de impuestos y facilitar el transporte hacie el interior del país.

China es una zona con una creciente demanda de bienes importados, que a partir de ahora, será más fácil de satisfacer.